Tarjeta, cajero y enojo…

 
 
Pasé por Leo a la una y media. Trataba de darme prisa para llegar a la ferretería temprano pues a las dos de la tarde cerraban para ir a comer.
Llegué a Construrama faltando quince minutos a las dos. La señorita que me atendió, simpática y amable, me dijo que pasara a la caja a pagar los doscientos pesos del material que había comprado. Cuando llegué a la caja faltaban cinco minutos a las dos. Estaban a punto de cerrar. El cajero me dijo que me esperara un minuto, que estaba atendiendo un pedido por teléfono. Total, dieron las dos con cinco mientras yo sostenía la orden de la empleada que me atendió y la tarjeta de crédito; lo que me preocupaba era no llegar a tiempo por mi esposa que salía de trabajar a las dos de la tarde ¡¡¡Llevaba cinco minutos de atraso por culpa del cajero!!!.
Por fin, cerca de las dos con quince, el cajero me dijo que el código que me había dado la señorita estaba equivocado asi que, molesto y de prisa, fui de nuevo al mostrador para que me dieran la orden correcta.
Cuando regresé de nuevo con el cajero, éste dijo que me esperara otros cinco muinutos, pues al tener que cobrarme con la tarjeta de crédito, tardaba un poco más.
Eran casi las dos con veinte cuando me dijo el tipo de la caja que le pasara mi nip, pues la terminal de la tarjeta lo pedía para hacer efectiva la compra. ¡¡¡Cómo se era posible eso!!! El nip es total y absolutamente confidencial, además, quién se acuerda de su nip de la tarjeta de crédito? Recordaba el nip de la tarjeta de mi nómina; pero no de la tarjeta de crédito…
 
Seguramente el empleado vio la molestia en mi actitud y cortante le dije que cancelara la compra; que mejor regresaba después. Él, con una solemne indiferencia, me dijo que estaba bien, y extendió tarjeta y pedido en el escritorio para que yo me fuera. Así lo hice.
 
Cuando llegué por mi esposa ya eran las dos con treinta. ¡¡¡Casi una hora después de haber llegado a la ferretería!!! ¡¡¡Una hora de mi vida tirada a la basura por una situación ilógica y absurda!!!
Lo pero fue que, cuando llegué por Paty -mi esposa- ella ya se había ido de su trabajo, tuve que alcanzarla a medio kilómetro de su trabajo. Iba caminando. Sudaba y se veía cansada caminando bajo el penetrante sol…
 
El enojo se me pasó cuando se subió al carro y con su voz suave me saludó cordialmente. Me preguntó qué había pasado y se lo platiqué. El enojo se esfumó y comprendí que a veces me ahogo en un vaso de agua…
Qué más da, una hora menos, una hora más…todos podemos tener problemas en nuestro trabajo y seguramente el empleado de caja no tenía la mínima intención de hacerme enojar…
 
A las cuatro de la tarde compré en otra ferretería lo que necesitaba e hice la instalación que quedó a pedir de boca…¿Valía la pena enojarse?…Creo que no.
 
Tleluz
 
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